La pequeña Limpiabotas
Es imposible que pase desapercibido, a la mirada inteligente y perspicaz, el grabado colgado en el único paño de pared disponible del despacho del Sr. Secretario del IES Zorrilla. De un papel, oscurecido y maltratado por el paso del tiempo y el olvido desidioso, emerge una cándida figura infantil que se afana limpiando unas botas con meticulosidad ferviente. El juego de claroscuros está potenciado por la temática doméstica y las técnicas del grabado. El rostro concentrado en la labor queda parcialmente oculto por algunos mechones de pelo rubio y desordenado. Una especie de peto o delantal le sirve para resguardar del betún el resto de su vestido. Sus pequeñas botas y lo estrecho de los hombros en relación a la cabeza, nos sugieren que esta niña apenas ha remontado la etapa de bebé. La sillita que le sirve de apoyo, se diría que es uno de los primeros regalos que, a modo de herencia patrimonial, le hubiera fabricado algún ascendiente próximo. La niñita maneja con la mano derecha un cepillo de enormes proporciones, inabarcable para sus pequeños y regordetes dedos. Su mano izquierda está dentro de la bota que se apoya, parte en el regazo, parte en el muslo, ofreciendo la vista frontal de una suela algo desgastada y un poderoso tacón de media altura, indicativo seguramente de una pertenencia femenina.
Abriendo la mirada hacia el entorno de la figura infantil, observamos un ambiente familiar doméstico. Podemos situar la acción en una cocina donde se pueden identificar utensilios y enseres. Una escoba a la izquierda del grabado parece apoyarse en el lateral de una columna que sirve de respaldo, a su vez, a la niña. Un tejido de poca calidad hace de palio colgante y podría tratarse tanto de un jubón como de una precaria cortina. Una poyata de ladrillo sirve para sugerir la existencia de un fogón apagado en donde apenas se adivina el arranque de una chimenea y un hueco leñero casi vacío. Dos recipientes con tapa se distinguen claramente. El primero parece una marmita metálica, dado su tono claro y casi resplandeciente, con una sola asa visible. El segundo, también con tapa, nos resulta apenas visible y solamente el brillo lustroso de la cerámica esmaltada al fuego, nos da idea de sus proporciones. Un tercer objeto puntiagudo no da muchas opciones de imaginación. Enmarcando el hueco derecho en su parte superior, se adivina una recia viga de madera nudosa, tal vez de roble.
A los pies de la niña se extiende un tosco pavimento de baldosas cuadradas ajustadas a la ley de la perspectiva. Junto a la botita izquierda, la paleta o brocha del betún aguarda para ser utilizada en un último retoque. Unos centímetros más allá, espera la compañera desacordonada. El descuidado modo en el que yace en el pavimento, indica claramente que aún no ha sido atendida en su limpieza. Todo el conjunto transmite una sensación de hogareño sosiego, de felicidad austera y de un orden invisible que hace que persona y objetos estén allí donde deben estar.
El grabado está firmado inequívocamente, arrancando la inscripción casi desde el extremo del cordón de la bota del suelo. Pero una cosa es la certidumbre de la firma y otra, claro está, su trascripción. Puede que la propia técnica del grabado, que obliga a la escritura especular, o el deterioro de la plancha por las múltiples copias realizadas se hallan conjugado para dificultar la lectura de la firma. En ella aparecen claramente dos palabras que deben corresponder a un nombre y un apellido. El apellido está encabezado por una letra mayúscula de doble asta o barra ascendente-descendente, con cierto adorno de escritura inglesa. En principio parece corresponder a una ‘H’ pero podría también tratarse de una ‘M’. La segunda letra minúscula del apellido podría ser una ‘n’ o una ‘u’ algo abierta o tendida. Las dos últimas letras parecen no ofrecer dudas: ‘o’ y ‘t’. Despreciando combinaciones improbables, hemos concluido que el apellido de la firma es ‘HUOT’. Pero el primer nombre de la firma presenta problemas mayores para su identificación. Así pues, buscamos al personaje que respondieran a este apellido y finalmente lo hemos hallado.
CHARLES HUOT (1855-1930)
Nacido en Québec, Huot viaja por primera vez a Europa con una beca en 1874. En 1885 se casa con Louise Schlachter (de origen alemán) con quien tiene una hija de nombre Alice (1887). Son varios los periodos en los que alterna su estancia en Québec y en Europa, donde fallece su mujer en 1907 en un balneario francés. Retorna ese mismo año a Québec y solamente volverá en un breve viaje a París en 1927. Fallece en Québec el 27 de enero de 1930. En marzo de ese mismo año, el gobierno francés le nombra a título póstumo oficial de Instrucción pública.
Aunque la obra más conocida de Ch. Huot es pintura al óleo sobre tela, abundan los dibujos y grabados de diverso género. Numerosos museos conservan parte de su obra aunque, lógicamente, ésta reside mayoritariamente en Québec y en Ottawa (National Gallery of Canada / Musée des beaux-arts du Canada). El trabajo de cotejamiento de las imágenes disponibles en red de la obra de Huot no ha sido sencillo. Hemos observado una cierta variabilidad en las características de su firma en distintas obras (cuando hemos podido acceder a ella). Hemos encontrado elementos más o menos comunes entre el grabado estudiado y algunas obras. Pero, finalmente, hemos dado con una pintura al óleo que parece mostrar unas claras correlaciones temáticas y compositivas con nuestro grabado. Se trata del lienzo ‘La peladora de patatas’ (L'éplucheuse de patates ), que prescindiendo del objeto entre manos, guarda un gran paralelismo con La pequeña limpiabotas. En este óleo hay un ligero cambio de perspectiva más cenital aunque mantiene una frontalidad en el dibujo. El atuendo de la niña, con un rico colorido, es casi idéntico, incluidas las robustas botas que calza. También aparece una columna que en claroscuro muestra un vacío de un posible hogar con algunos cacharros. La mano derecha sostiene un gran cuchillo por la parte de la hoja, mientras que su mano izquierda sujeta una patata. Casi hay un igualdad de simetría entre esta mano y la que maneja el cepillo en nuestro grabado. El suelo es aquí de ancha tarima de madera, pero mantiene la perspectiva de líneas de modo semejante. El rostro de la niña, algo más frontal, mantiene la misma postura y mirada, mientras que su pelo se enreda en los mismos bucles y rizos. La similitud va más a allá de la pura anécdota indudablemente.
No nos podemos resistir a hacer la suposición de que la niña de ambas obras que sea Alice (1887-1966) su única hija. Si así fuera, dado que la edad de la niña bien pudiera situarse entre los 3 y 5 años, nos estaría dando una fecha del trabajo original en torno a 1890-1892. Tendríamos que concluir que los trabajos se realizaron en Québec, dado que hasta finales de 1903 Huot no regresa a Europa. Bien pudiera ser que estos retratos constituyeran una especie de album familiar o, simplemente, obras de estudio destinadas a investigar el uso de varias técnicas.
El grabador: Ricardo de los Ríos (1846-1929)
Es muy frecuente en el mundo del grabado que el autor del dibujo o imagen a representar no sea el artífice directo del grabado. Este trabajo llegó a ser considerado como un arte menor. Artistas como G. Doré, disponían de un ejército de grabadores que materializaban una producción de grabados imposibles de asumir por un solo individuo. En el siglo XIX surge una corriente artística, llamada interpretativa, que pretende revitalizar la técnica del grabado. Aquí no se parte de dibujos o estampas especialmente destinadas al grabado, sino de obras de arte consolidadas de las que el grabador hace una 'interpretación' que debe ser lo más cercana posible a la obra original. La ausencia de una segunda firma en nuestro grabado, nos llevó a considerar, erróneamente, que el artista original y el grabador eran una misma persona. Investigaciones posteriores nos han revelado que el grabador es Ricardo de los Ríos (Valladolid 1846 - Madrid 1929). Ríos es un excelente representante de la corriente interpretativa en el grabado. La fecha del grabado, acreditada en algunas catalogaciones (Museo de Jaén ref.CE/BA00198) es de 1901. En el momento de escribir estas notas, solamente existen dos referencias a este grabado en CER.ES (Ministerio de Cultura y Deporte) en los Museos de Córdoba y Jaén. Aparece también en el 'Museo del Prado. Catálogo de Estampas' de Jesusa Vega (1992). Es de señalar que en esta publicación se reproduce excepcionalmente el grabado a página completa (p.184). La fecha del grabado, así como la biografía artística de Ricardo de los Ríos, nos reafirman en las hipótesis sobre el origen de la obra y la identidad del personaje.
En cualquier caso, nos quedan aún muchas preguntas: ¿cómo llega este grabado al Instituto de Valladolid? ¿Formó parte de un envío global de los fondos de la Calcografía Nacional? o, por el contrario, ¿tuvo un intinerario más inividualizado? ¿El origen vallisoletano de Ricardo de los Ríos influyó en ello? Por el momento no tenemos más que alguna endeble conjetura para dar respuesta a estas preguntas.
José Luis Orantes (2019)